Recuerdo cuando la tecnología en las organizaciones era considerada un “capricho” y los directores generales de muchas empresas lo consideraban un “mal necesario” al cual no se podía renunciar, pero a la vez en el que tenían que invertir lo justo. Todavía fue ayer cuando muchas pymes dedicaban un rincón de 4 m2, menor que el trastero de nuestra casa, para albergar los servidores y el armario rack, pero donde recaía el “core de su negocio”. Este tipo de contradicciones todavía existen, pero parece ser que la conciencia de los CEOs actuales es otra y la tecnología está cogiendo la relevancia que se merece.
Este punto es un camino recorrido que no tenemos que perder de vista, y no volver a cometer los errores que cometimos en el pasado. En estos momentos vemos que la tecnología, al igual que el negocio, cambia y evoluciona de forma muy rápida, lo cual no es ni bueno ni malo en sí mismo, y tenemos que ver cómo podemos adaptarnos a esta situación.
Hoy por hoy, vemos que los departamentos TI de las organizaciones se encuentran con nuevos retos que en muchas de las ocasiones no saben cómo afrontarlos. El caso más claro es que los profesionales TI y los equipos TI tienen la impresión de que cada vez “conocen más” pero “saben menos”. Debemos de poner sobre la mesa el cómo podemos dotar a nuestros profesionales de los conocimientos y las herramientas que en la actualidad el mercado y el negocio nos está exigiendo.
Hagamos una reflexión y fijémonos cuanta gente de nuestros equipos TI nos pide formación o le ofrecemos formación, no llega ni al 5%, ¿Por qué? “Por qué no hay tiempo, la formacion no cubre lo que necesitamos, porque estoy a tope…” Pero luego llega la contradicción de que estos planteamientos negativos deben de abordarse y ver como facilitar el cambio a nuestros profesionales para verse cualificados para los proyectos.
¿Y cuáles son las claves?
Tener una organización TI acorde a lo que el negocio demanda (hablamos de organizaciones planes, ágiles y flexibles).
Tener los perfiles TI “adecuados” para poder liderar los proyectos, ya no vale trabajar con puestos y categorías basadas en procesos administrativos, sino en los roles que podemos desempeñar para afrontar con éxito un proyecto.
Tener programas de desarrollo y capacitación bien definidos, es evidente que el aprendizaje formal en si solo ya no vale, y debemos de aplicar programas de aprendizaje informal, comunidades de prácticas, compartición de experiencias, etc.. donde “el aprendizaje es un viaje y no un destino”.
Dominar las metodologías y herramientas más adecuadas para cada tipo de “proyecto”, ya no vale en esta organización se aplica “esta metodología y es el estándar y la única aplicable”, es evidente que tenemos que ser flexibles en “aplicar la mejor metodología para cada situación”.
Tener claro el objetivo final que es la mejora continua para afrontar el cambio, y para ello tenemos que interiorizar que los profesionales TI tenemos que dotarlos del criterio y los medios para interiorizar nuestro rol de “liderazgo” que muchas veces nos olvidamos.