Cuando escuchamos conversaciones y charlas sobre la Transformación Digital, el foco del discurso lo vemos siempre definido sobre 2 claves: La Tecnología y el Negocio, cosa evidente y que nadie discute ya que son los principales ejes sobre los cuales se vertebra la transformación digital.
Pero en este post quisiera presentaros una reflexión que creo que todos nosotros seguro que tenemos en mente ¿Podría llevarse una Transformación Digital sin la “Transformación de las Personas”?, seguro que todos nosotros sin dudarlo responderíamos que evidentemente “no, no es posible transformar nada sin contar con las personas”. Si es así, y todos estamos de acuerdo en este aspecto..
¿Por qué no lanzamos en nuestras organizaciones el proyecto “TWY” (Transformation With You)?.
La transformación digital supone construir nuevos modelos de negocio basados en nuevos procesos y herramientas donde la tecnología tiene un espacio clave. Es evidente que un proyecto de transformación digital no se lleva de la noche a la mañana, y lleva sus procesos de diseño, construcción y puesta en marcha. Pero este nuevo modelo de negocio y organización siempre supone una gestión del cambio de las personas, y esta gestión del cambio puede ser algo más o menos sencilla en función del nivel de cambio que se produzca.
Pongamos un ejemplo sencillo, un comercio de bolsos y complementos de venta tradicional decide pasar a la venta en plataformas internet,.. esto supone un cambio del modelo de negocio y la transformación digital del mismo, este proceso de transformación en sí mismo puede ser un trabajo de 6 meses. Pero.. ¿el proceso de transformación de las competencias y de la cultura de los dueños y trabajadores se puede cambiar en 6 meses? Evidente y rotundamente “no”, una persona lleva un proceso de cambio que se basa en la suma de “pequeños micro cambios” que se deben de ir sumando y asentando para llegar en un plazo óptimo al objetivo final. Este proceso de transformación afecta a las personas, pero no solo afecta en el desarrollo de sus nuevos roles sino también debe afectar en su participación en el proceso de cambio. La persona debe de ser la “impulsora de la transformación” y por tanto eje estratégico de la mismo y no un elemento operativo que se arrastra en la misma.
Un proceso de transformación digital no afecta “solo” a las personas de cierta edad de las organizaciones, o determinados roles, o en procesos de sucesión etc. sino que afecta a “todas las personas” tanto de las organizaciones como de la sociedad. Estamos en un error pensado que los denominados “nativos digitales” están ya perfectamente preparados para afrontar un proceso de transformación, nada más lejos de la realidad, es evidente que el nativo digital está habituado a ser usuario de dispositivos electrónicos, pero de ahí a que están preparados para gestionar y usar soluciones avanzadas para nuestros nuevos procesos de gestión, producción, administración, venta etc.. “No”, rotundamente no lo están.
El proceso de transformación digital debe de contar para y por las personas, desarrollando proyectos estratégicos facilitadores del cambio de las personas de nuestras organizaciones, y por otro lado tengamos un sistema educativo que facilite la cualificación de los perfiles a las nuevas necesidades de un mercado laboral cada vez más exigente, cambiante y competitivo.